HOJAS SUELTAS
La decisión adoptada de ofreceros el programa de manera quincenal y mi deseo de acercarme a todos vosotros amigos/as con la periodicidad semanal que os era habitual, me hace incluir desde hoy estas páginas a las que llamé en su día HOJAS SUELTAS y que en nuestra primera temporada fueron habituales en el programa.
Son recuerdos de mi más tierna infancia: La Vega, mis padres, mis colegios y, sobre todo, mis visitas al faro de El Picacho donde vivía mi abuela Milagros y estaba, y aún está, mi vieja y querida morera refugio de mis recuerdos y de mis soledades...
Hoy quiero comenzarlos con el capítulo titulado: "ALGODONES DE LUNA" especialmente dedicado a las peculiares creencias de mi madre...
- ¡Hijo, tíralo al "bater", que no lo vea la luna...!
Y para mí, se encendía un mundo mágico e inalcanzable, lleno de oscuras veredas y de reflejos perdidos... Era mi madre con su voz cansada, pero llena de matices, quién me repetía su temor a que los algodones usados -inyecciones de invierno, caidas de niñez o heridas de vejez- quedaran indefensos ante la luna.
- ¡Hijo, tíralo al "bater", que no lo vea la luna...!
Y yo corría, aleteado por una supersticiosa imaginación, a sepultar en la cascada de agua del cuartillo del patio lo que, inocentemente veía, como desencadenador de "no se que" terribles infecciones...
- ¡ Hijo,tíralo al "bater", que no lo vea la luna...!
Y al volver, la dulce sonrisa de mi madre, entregaba a mis ojos asustados, la paz que le había robado la húmeda oscuridad del patio en silencio...
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